He pasado una tarde de esta semana por el nuevo local. La verdad es que he visto mucho espacio y pocos libros; parece una tienda de decoración, con estanterías ocupadas por libros de adorno. Supongo que el género aumentará y el desorden propio de una librería, con todos los huecos aprovechados, también. Por ahora parece un museo del libro, sobre todo del libro gallego. En la tercera planta está lo interesante; lo viejo. Es una pared, no mucha cosa, y en pocos segundos ya se nos va la vista a varias cosas, pero ahora ya no vale lo de contar monedas, primero, porque ya soy un joven entrado en años, y segundo porque lo bueno, y también lo menos interesante, tiene unos precios de carajo. Ah, "A lús do candil", qué bonito, con portada de Xohan Ledo; 175 euros. Obra completa de Cunqueiro en tapas duras, magnífica, de Galaxia, 1/2 riñón cada tomo; son 4 tomos, y se necesita mínimo un riñón para ir tirando.
Eso sí, si es castellano parecen más accesibles los precios. El gallego está por las nubes, se ve que no quieren desprenderse de estos libros. Es la librería Couceiro una librería de literatura gallega. Mientras me espanto con los tomos viejos, y voy descartándolo todo casi con buen humor una vez consultado el precio en la primera página, oigo a mis espaldas una voz que me suena; es el apóstol, ya retirado, del nacionalismo gallego: esas erres tan marcadas y arrastradas de su gallego (propio de muchos nacionalistas, y que parece como un gallego rabioso o la parodia de un alemán hablando gallego) y un tono de quien dice cosas principales ya lo había escuchado antes; giré la cabeza un momento y vi un culo enorme, muy cuadrado, metido en unos pantalones claros que los ataba muy arriba. Era Beiras, la gran esperanza blanca (por la barba) del nacionalismo gallego que no acabó de despuntar, como en su día Prosinecki, aunque sigue siendo una vieja gloria. Había quedado con una periodista joven que hablaba temblorosa y ya antes de empezar parecía entregada; los acomodaron en una mesa y el mesías pensionista le dio una par de avisos malhumorados en las primeras frases sobre el poco tiempo que tenía etcétera.
Seguí a lo mío, pese a que todo el mundo desertó de la zona. Si no le miraba nada me podía pasar. Hablaba muy contundente, con los codos apoyados en la mesa y la mirada fija en los ojos de la muchacha. La estaba hipnotizando, como el conde Drácula. La pobre aguantaría un discurso de horas sin pestañear.
4 comentarios:
Muy buena descripción de la nueva librería Couceiro. Yo vi algunos libros interesantes en la sección de poesía castellana, pero a unos precios imposibles. Quizá alguien pique, han debido de pensar.
Habrá que ir a verla, aunque si los precios son tan caros...
Bienevenido, Arp; encantado, aunque ya tengo el gusto de conocerle, virtualmente. Hay cosas interesantes en la tercera planta, pero los precios, sí, son de broma. Un saludo.
Conde, por verla no cobran. Siempre hay la esperanza de que se les haya escapado un tesoro y lo tasen bajo. Difícil, porque hasta la caca está cara allí, pero bueno.
La que tienes que conocer es la de la rúa Nova, que sigo sin acordarme cómo se llama; pero es la única librería de viejo que hay en la calle, antes de la Igrexa de Salomé.
Jejeje, qué bueno eres; en las descripciones de lugares y personas es cuando destapas el tarro de las esencias, con esa fina ironía y dulcísima mala leche que destilan tus siempre bien ubicadas palabras.
Pensando en Beiras, reflexiono sobre la gran cantidad de personas que se han estancado en su propio personaje y que no saben más que escucharse a sí mismas, hasta el infinito y más allá.
Un abrazo, he sonreído un buen rato.
Publicar un comentario