Pues, dejémonos de trucos y vayamos al grano. El problema es saber dónde está el grano. Alguien nos ha abierto la tapa de los sesos y con un palo y sin ningún tipo de escrúpulo se ha dedicado a revolver la sopa que había dentro. Al escribir vemos cosas; copiamos con palabras imágenes que nos asaltan, como Curro Jiménez, con trabuco y patillas. Reproducimos, o lo intentamos (casi nos quedamos en eso, intentos), las cosas que vemos dentro, y que a veces se corresponden más o menos con experiencias y visiones del exterior. Una de intermediarios importante hay en todo esto; ni en la agricultura, desde que se pone a crecer la cebolla hasta que nos la llevamos a boca se dan tantos pasos y bolsillos.
En fin; veo una vieja jorobada enana muy enana con barba entre las arrugas, una barba en forma de antenas retorcidas de televisión; veo un grupo de jóvenes trajeados con peinados a lo Bon Jovi, pelucón que hace furor ahora mismo en Niponia; veo a una vieja gorda, muy morena, en una silla de ruedas que parece un seiscientos sin techo, y la marea de humanoides se abre como una culebra tragándose un elefante; veo a un pescadero en Ameyoko metiéndose el dedo en la nariz mientras echa un ojo a las patas de cangrejo que vende; veo a esa chica de gafas de sol enormes en el metro, con falda de leopardo y los pelos disparados en todas direcciones que se plantó ante mí y me puso nervioso de lo que guapa que era, que se sentó a mi lado y a la que escuché hablar por teléfono, decía gomené, gomené (perdón) con una voz dulce y quebrada que me puso los pelos de punta y ante la que me haría el harakiri si me lo insinuase...
Veo a esa vigilante de museo, sentada en su esquina con un jersey azul y una manta de cuadros en las rodillas, y parece una muñeca de porcelana (o una vieja inválida) y parece estar triste y mira al infinito, o a la alarma anti-incendios que tiene delante, y yo acerco mi dedo a un Chagall pero ella ni se inmuta, y descubro que un pez me mira con cara de burla desde el Chagall y pienso a la mierda Chagall y sus burros por los tejados, y veo a dos nipones que se parten de risa cuando me siento en una mesa cercana en una cafetería en Shibuya, y media hora después siguen igual, mirando por la cristalera y hablando apenas entre las carcajadas que no acaban y salen después caminando entre risas, como si tuviesen ganas de hacer pis, y veo a todos esos nipones cada día con su parte robótica disimulando la persona que vive y se ahoga ahí dentro de sus cuerpos, entre rápidas digestiones y un corazón que de vez en cuando suspira, como una enamorada con ganas de atropellar un tren.
Métase a una niponiana en un horno de rayos ultravioletas; el conguito resultante píntese a gusto y tendrá una Ganguro. La verdad es que es una moda pasada; hace un par de años era bastante normal ver alguna de vez en cuando; ahora no he visto ninguna. Mi pregunta es la siguiente; ¿a dónde fueron aquellos cuerpos y caras marrón oscuro? ¿cómo se blanquearon?
El kimono las favorece. La fea es menos fea, la pschhh es menos pschhh con kimono y la guapa produce vértigos y sudoraciones en manos y pies...
Un monje budista. Espera que le des una propina por hacer nada, lo que no está mal, pues te libra de leer carteles sufridos escritos con letra infantil o escuchar una versión de La cucaracha tocado con un violín de juguete.
Dos japonesas riéndose de la cara de asombro del gran observador Chorizón.
Un nipón agarrándose la mandíbula; acaba de descubrir que esta vida no es para él. Lo dejará todo y se largará a España, a trabajar de torero, como el gran Manolete, o de futbolista, como Raúl.
El kimono las favorece. La fea es menos fea, la pschhh es menos pschhh con kimono y la guapa produce vértigos y sudoraciones en manos y pies...
Un monje budista. Espera que le des una propina por hacer nada, lo que no está mal, pues te libra de leer carteles sufridos escritos con letra infantil o escuchar una versión de La cucaracha tocado con un violín de juguete.
Dos japonesas riéndose de la cara de asombro del gran observador Chorizón.
Un nipón agarrándose la mandíbula; acaba de descubrir que esta vida no es para él. Lo dejará todo y se largará a España, a trabajar de torero, como el gran Manolete, o de futbolista, como Raúl.
21 comentarios:
Mabalot, yo ya no digo nada porque parecezco un fan de la Pantoja. Simplemente genial. Y cada día más. Este pequeño cubículo del espacio internáutico empieza a adquirir proporciones siderales, y la pantalla se va a romper.
Todo lo que dices me encanta, pero sé que exageras, sin querer. De todas formas tu no temas, yo puedo cantar como la Pantoja... en un karaoke, claro.
Gracias, amigo.
(Por cierto, de las fotos sólo la segunda y la tercera, es decir, las más corrientes, son mías. Las otras las robé de google.)
Perdón, no; me refería a la tercera y la cuarta, sacadas por mí. Es igual, ya se ve...
Pues sí, lo que dice Conde. Creo que la cosa va in crescendo, cada capítulo es mejor que el anterior.
Lo de Chagall es muy bueno, lo de los burros en los tejados. Son frases muy buenas, creo yo, las que de vez en cuando metes en medio (no sé si fácilmente o tras 800 intentos fallidos), y suelen ser ingeniosas e incluso graciosas.
En fin, que todo está muy bien, están muy bien estas crónicas, de verdad.
Un abrazo.
Esta serie es magnífica; y de verdadero heredero 'in pectore' de Gutiérrez Solana lo de la tapa de los sesos abierta como un cuenco para ejercitar ese grito del gazpacho comunitario: "cucharón y paso atrás". ¡Menuda imagen, ya quisiera Solana!
Un abrazo.
Pues por un momento he creído que el monje budista de la tercera foto estaba con cadenas en las manos. Después de pestañear he visto que el marcianismo no llegaba a tanto y que la cadena está por detrás de la túnica, aunque lo cierto es que no me sorprendería tanto... Ya me imaginaba una escena de penitencia oriental. Salud
Mabalot, a pesar de que no tengo mucho tiempo para escribirte (ni para escribirme) déjame que te diga que estoy disfrutando como un loco de tu diario nipón: como un verdadero loco. Y suscribo cada palabra de nuestros amigos. Me sumo al jaleo (de jalear). Un abrazo.
Buenas. Empiezo por el final;
Manuel, esta es tu casa; las puertas están abiertas, pero por si acaso tienes llaves también. Cuando quieras entra y cuéntanos lo que quieras, o habla sólo, que también lo disfrutamos. Un abrazo.
Azófar; quitando el harakiri, que más que una penitencia es un punto final, los nipones no son gente de penitencias. De eso sabemos nosotros más. Comer y beber son vicios nacionales, nacionales de allá, digo. Dónde hay un cuerpo que mantener a todo dios le gusta colmarlo de placeres. Digo yo. Salud.
Don Juan, gracias. La lección de Gutiérrez Solana nunca se acaba de aprender, sobre todo en esto de pasear y mirar.
Y Porto, también le agradezco sus palabras. Pero me da la impresión de que le gusta más el ingenio o humor que se pueda presentar en el texto que lo importante de verdad, que es el tema y lo que se dice.
Se lo digo porque, quizá cuando era muy joven (pecado de juventud, barroquismo y densidad) quizá valoraba como algo muy importante eso de hacer frases y escribir bonito. Ahora sinceramente no lo veo así. Me molestaría ser un escritor de frases.
Cuanto más clarito y fácil de leer mejor, opino, y no aburrir tampoco, claRO.
Por eso le agradezco de verdad mucho sus palabras, pero le juro que no quiero escribir frases buenas, que quiero contar algo que emocione y enseñe, si es el caso, y de la forma más clara posible. Por supuesto, casi nunca lo consigo. Eso es porque soy un aprendiz...
Y otra cosa, sí. Opino que corregir, no, más bien quiero decir, sobre-escribir, no es bueno para nadie; ni para el lector, que llo que fue escrito con mucho esfuerzo y dolor le duele a él en la lectura, y le cansa, ni para el escritor, que se va al garete con sus continuas rectificaciones.
Corregir los tropezones, eso hago. Es decir, aclarar lo que no se entiende y mirar si gramatical o ortográficamente metimos la pata. A veces, no pocas, con las prisas, más de un lamparón he metido que ahí se ha quedado. Lo siento por los que leen en ese caso pero suelo escribir a cien (y me sale mejor que si tengo tiempo, creo). Si me pagaran seguramente podría dedicarle más tiempo a esto.
Pero volver a repasar, reescribir, y todo eso sigo la teoría de que mejor dejarlo como está. Como lector prefiero a esos "naturales", el lado barojiano del asunto, que los perfeccionistas que acaban ajando lo que tienen entre manos y dejan unas lecturas bastante indigeribles. Creo que si tuviese la manía de intentar 800 veces una frase me plantaba ahora mismo y me dedicaba al billar o a la calceta, o a coleccionar mariposas o quizá sería un tunero o Manolo el del Bombo.
Tenía ganas de hablar del cómo, así que perdón por el rollo. Podemos discutirlo, si quiere, en cualquier momento. Para el que escribe saber cómo guisa el vecino, sobre todo si admiramos a ese vecino (usted), tiene mucho interés. Un abrazo.
Porto, perdone por cogerle como excusa para soltar lo que me hierve bajo la cabellera. Al leer un post siempre se queda uno con algunas cosas (frases, o párrafos) que le gustan particularmente a uno. Quizá se refería usted a eso. A mí me pasa, por supuesto, y se me quedan grabadas. O las apunto en la libreta de apuntar cosas ajenas y debajo escribo, Portorosa, o Conde-Duque, o Jabois, o Juan Domingo, etc...
Pero bueno, como excusa para sacar el tema no está mal, me lo puso a huevo, sobre todo después de hojear el otro día el útltimo libro de Umbral y acordarme de cuando leía a ese hombre, lo que me gustaba, y en lo que se convirtió. Y ayer, en mi casa de Pontevedra, también hojeando después de comer la novela de éste que ganó El Nadal, "la noche que llegué al café Gijón2, que me había gustado más o menos y ahora me repugna un poquito.
Y repugnan todos esos giros umbralianos que conocemos de memoria, y en cambio vamos a otros libros suyos, más barojianos o planianos, como mi favorito las palabras de la tribu, que es una gozada y resiste las lecturas que le eches. Yo aún me sigo riendo/disfrutando de sus artículos en este libro, y eso que su opinión apenas coincide con la mía.
Cuando concluye el artículo sobre Azorín; "Azorín escribe cobarde." Qué grande, qué tío, el descuartizamiento a Baroja. Todo en lliso, sin florituras, sin lindezas, con un tanto de mala hostia, que es cuando mejor escribe. Cuando se pone la bufanda blanca para escribir y se cree un aborto entre Valle y Proust no me gusta. Su libro sobre Ramón también es muy bueno. No por lo que aprendes sobre Ramón, sino por lo que se disfruta leyendo.
Ahora está loco. Si no tuviese mil asuntos reales por los que preocuparme hasta me daría pena.
Joder, hablo sólo. Esto sí que es triste.
Si hay alguien ahí le mando un saludo.
Uy. A ver.
Ante todo, nada de disculpas, que no hay susceptibilidades a flor de piel que herir, por mi parte. Tú contesta, contesta lo que quieras.
Segundo: me refería a lo que dices en este último comentario, a que, además de gustarme el contenido, me han llamado la atención algunas frases.
Tercero: pero fíjate qué frase he destacado (...pienso a la mierda Chagall y sus burros por los tejados...). ¿Te parece que me haya decantado por la prosa sonajero? A mí esa frase me parece espontánea, sencilla y, sí, graciosa. Muy gongorina no es... Y además me he reído más por ti que por ella.
Metiéndome en teorías, aun a riesgo de salir escaldado: creo un error confundir la escritura sencilla con escribir sin trabajar; creo que escribir natural cuesta mucho, y creo que cualquier escritor coincidiría conmigo en esto. Me parece que te confundes cuando, por preferir una escritura directa, sencilla, sin florituras ni adornos superficiales, dices que no se puede corregir y corregir. De verdad, parafraseando a Picasso, creo que hay que escribir mucho mucho para llegar a tener un estilo sencillo y natural (sólo hay que mirar los blogs que por doquier asoman, y ver lo horrorosamente rebuscada que es nuestra prosa primeriza).
Otra cosa: escribir, no bonito, sino bien, es fundamental; eso es la Literatura, cuando también importa el cómo (si no, tendríamos un reportaje, un documental, un libro de texto, pero no literatura). Espero que sigas escribiendo "bien", frases "buenas", una detrás de otra.
En fin, que te aseguro que no me parece que escribas arabescos, al contrario; pero eso no está reñido con hacer buenas frases... al contrario.
Un abrazo.
A mi una cosa que me sorprendió al principio de asomarme a este fenómeno de los blogs es lo bien que escribe tanta gente, en el sentido que yo decía, sin floripondios. Otros no tanto, pero en general casi todo el mundo escribe bastante bien.
Y cada maestrillo tiene su libro rojo de Mao. No me refiero a corregir, me refiero a "sobreescribir", es decir, machacar un texto tantas veces que al final el parecido con la primera versión es irreconocible; el batido no gana respecto al "original", sino al contrario; el batido se lee como batido. Corregir es necesario, con ese fin, de aclarar los tropezones.
Le juro que no confundo la "escritura sencilla con escribir sin trabajar". Al contrario, tiene uno que haber escrito uno una barbaridad para empezar a escribir bien, según dicen todos los que saben. Pla; "Para llegar a escribir alguna cosa que tenga cierto sentido hay que haber escrito muchísimo".
Un abrazo, Porto. A veces, la verdad, hubiera preferido que el Pombo fuese un lugar físico donde uno se puede tomar una caña mientras pica patatillas y alrededor de una mesa de mármol (que es una lápida del revés) van pasando, vamos pasando, los tertulianos. De vez en cuando alguien se levantaría y entonaría una aria de Wagner, por ejemplo.
A ver. Que llego ahora al debate. Estoy de acuerdo con los dos, Porto y Mabalot, porque me temo que decís -o pensáis- lo mismo. No hay más que veros escribir.
Yo creo que he seguido la misma trayectoria que Mabalot: de las ínfulas barroquistas al gusto por la prosa directa, pero estoy concvencido de que sin aquellos pecados de juventud (tantas florituras leídas y escritas) no podríamos apreciar ahora las palabras sencillas.
Con lo de las frases no estoy de acuerdo, Mabalot: si lo entendemos como frase arabesca, sí, pero habría que tener siempre el afán de llegar a la frase perfecta (sencilla, directa e infinitamente sugerente en su pequeñez), porque si para decir algo hay que escribir un tocho de 500 páginas, estamos aviados, nos pilla la muerte o el tedio por el camino...
Ah, y la frase directa y sencilla no tiene por qué ser "minimal", de tres palabras, estilo Azorín, que parece un telegrama o un coitus inturruptus y muchas veces aburre a las ovejas.
En la escritura influyen muchas más cosas de las que pensamos (sin ir más lejos, el lector, que influye muchísimo, pero no me apetece teorizar al respecto).
Por ejemplo, hay algo que se llama ritmo -no diré música- que lleva al lector hacia delante como la mano que mece la cuna. Y tú lo tienes, y mucho, Mabalot. Por eso volvemos aquí una y otra vez, a que nos cantes la nana de Niponia con Chorizón.
Yo creo más en el párrafo que en la frase.
Hostia, acabo de leer un artículo sobre nuestro bienamado Solana que es para quitarse el sombrero y los calcetines y echarse a correr por el monte como un jilipollas...
Lo cuelgo en un post.
Sí, sí, ponlo. No sé a que estamos esperando para montar un Club de Fans de Gutiérrez Solana. Si el buen hombre supiera lo mucho que nos está enseñando y haciendo disfrutar desde la tumba... Él nos unió y él nos separará.
Yo también creo que pensamos lo mismo. Lo que ocurre es que a veces hablar por escrito da pie a más malentendidos todavía que una charla normal.
Con lo que no estoy de acuerdo es con lo de que casi todo el mundo en los blogs escriba bastante bien. Yo creo que el estilo dominante es el del escritor novel que trata de que todas sus frases sean antológicas; y, en cuanto al contenido, también hay mucho lirismo arrebatado (e insufrible para el prójimo). Claro que el que esté libre de culpa...
Ah, y esta crítica a las frases "antológicas" no se contradice con el gusto por las buenas frases. Al contrario. Como ya hemos explicado los tres.
Estaría bien, estaría muy bien compartir lápida... (Yo tuve la oportunidad, en Madrid, de ver a dos viejos conocidos de la bloguería y fue genial)
Un abrazo.
Naturalmente, estoy hablando de blogs con pretensiones (más o menos confesadas) literarias.
Pues nada. Como supongo que este verano me acercaré por las Galicias, a ver si hacemos un hapenning-blog en Santiago, y nos tomamos unas tazas de ribeiro y unas tapitas por la rúa Nova, que estoy muy necesitado de gastronomía gallega.
Después, una vez al lustro, Portorosa tendría que organizar una romería a Mondoñedo, para ponerle unas velas a San Cunqueiro.
Háganse. Ambas cosas.
En toda la mañana, desde el último comentario, no pude ni comentar ni actualizar.
Ni leer los comentarios. Ni los vuestros, Conde, de nadie de Blogger.
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