7/2/07

El misterio Baroja

Baroja en el rastro, aireándose un poco

Cuando volvió a Madrid, después de la guerra, Baroja era un viejo que pasaba frío y que escribía para pasar el rato o calentar los dedos. Benet, nos cuenta Mendoza en su biografía de Baroja, un joven Benet, lo visitaba poniendo la orejona faulkneriana ante la boca de don Pío; creía, quizá, tener ante sí un oráculo con boina; pero el oráculo, viejo y cabreado, ese señor malo de Itzea que comía niños, era aún más viejo (Baroja siempre fue viejo, desde joven) y cascarrabias (siempre fue cascarrabias, desde antes de nacer), y más pasota, cínico, y silencioso, más preocupado por el precio del carbón que por otra cosa, encogiéndose de hombros por todo en una “tertulia anacrónica”.

Las anécdotas son casi infinitas; diríase que hay un programa de ordenador que genera anécdotas de ocurrencias y maledicencias de Baroja en esa época. Pasa que eran muchas orejas alrededor de la momia Baroja, ya descreído hasta de su propio descreimiento.

Hace unos años (2001) la editorial Omega publicó una serie de biografías con el título de “Vidas literarias” (colección dirigida por Nuria Amat); entre ellas algunas muy interesantes, esta de Baroja por Eduardo Mendoza que hojeo ahora y que leí en su día, la de Pla por Arcadi, la de Valle por Azúa, que no existe, aunque se presume de ella en el listado de biografías de la primera página; al final me parece que la escribió un tal Miguel Casado. Sólo leí la Baroja y la de Alejandra Pizarnick por César Aira (lo primero que cayó en mis manos de Aira, y que en su día no me chistó mucho, quizá porque la Pizarnick me importa un rábano).

Se agradece a Mendoza este ensayo; porque al igual que le pasa a Cervantes, a Baroja le cayó la negra con tanto y tan petardete barojiano que le salió, como sarpullidos que a veces se le infectan y lo ponen perdido, sin querer, claro. Mendoza, en cambio, nos cuenta a Baroja alegremente, sin arrodillarse ante tan ilustre intocable, y dejando la navaja en el cajón, herramienta tan solicitada en discusiones sobre don Pío. Cuenta lo que ve, lo que él ve; en su obra y en su vida, y que suele coincidir con una mirada desprejuiciada y despreocupada; “A la hora de analizar la obra literaria de Baroja, poco hay que decir, porque los defectos son palmarios y las cualidades, en rigor, se reducen a no tener ninguna, lo que en cierto sentido es un gran mérito. De modo que Baroja ocupa un sitial entre los grandes escritores, pero nadie consigue explicar muy bien por qué.”

Y esto anterior lo pone a poco de empezar la introducción (muro infranqueable para cerriles barojianos), y como quién dice voy a ver si me entero de por qué Baroja es Baroja. Y Baroja no escribe novelas, o sí, pero llenas de baches, como se sabe, porque se escribe a sí mismo (a su personaje) todo el tiempo y eso es precisamente lo que buscan los lectores; no las aventuras de Avinareta o Zalacaín, sino las aventuras de Baroja, de el personaje Baroja, y como el Conde Drácula (o Bela Lugosi) llega un momento en que el “Baroja-persona sólo era Baroja-escritor: un hombre huraño, prematuramente avejentado, irresoluto, confuso ante todo lo que no fuera la aventura de inventar y escribir: un hombre sin familia, casi inexistente, sin otra personalidad que la que los demás quisieran otorgarle: el anarquista, el fascista, el novelista famoso, el inofensivo tertuliano, el hombre malo de Itzea.”

4 comentarios:

conde-duque dijo...

Muy buen post, Mabalot. Baroja es un personaje de sí mismo. Tendré que leer la biografía de Mendoza para contarrrestrar la de Gil Bera (que a mí me encanta).

Edmundo Busoni dijo...

De verdad que nunca he entendido a quienes arrojan la perpetua sombra de duda sobre las excelencias como novelista de Baroja. Comprendería que se pusiera en entredicho a otros, pero no a Baroja; que además, en mi opinión, es uno de los mejores novelistas que tenemos en la literaura de nuestra lengua.

Eduardo Mendoza escribió un par de artículos sobre Baroja a finales del pasado año. El primero en Revista de Libros; éste es el enlace:

http://www.revistasculturales.com/articulos/96/revista-de-libros/647/1/baroja-tiempo-y-memoria.html

El segundo fue una de sus columnas semanales de El País, pero venía a sintetizar sus consabidas ideas sobre Pío Baroja.

Mabalot dijo...

¿Sombra de duda? don Edmundo; digamos que a Baroja lo raro es quién no le ha arrojado su sombra o sombrita de duda; unas veces para bien, y otras para mal. Solo cuentan las primeras; que siguen casi siempre el mismo mecanismo lógico; teniendo Baroja tantos defectos, o supuestos defectos (en eso hasta el más barojiano cedía de vez en cuando); ¿por qué me gusta tanto don Pío? ¿por qué se sigue leyendo? Y esa es la sombra de duda que modestamente se planteaba aquí y que Mendoza intentaba despejar en su ensayo. ¿Por qué Baroja sigue siendo el novelista más actual?
Desde muy joven leí a Baroja; empecé con El árbol de la ciencia cuando a mi hermano se lo impusieron en la escuela; y desde ese momento ya caí en sus redes, lo seguí leyendo sin interrupción, casi todo, menos los tomos de Avinareta.
Lo disfruté como pocas cosas; pero hace tiempo que no lo cato; hay épocas...
Lo dejaré claro; Baroja no solo me parece un gran escritor (lo de novelista son camisas de once varas) sino que inagura, casi él solito, una línea antirretórica en la literatura española que hacía no poca falta. Entre los tres grandes escritores del S.XX en este país, sin duda.
Y después esto que dice el mismo Mendoza;
"Es probable que ni el propio Baroja se percatara de que estaba poniendo los fundamentos a un modo de narrar que pasando por Hemingway y hasta llegar a Raymond Carver iba a marcar la novela del siglo XX".
Nada menos.
Gracias por los enlaces, don Edmundo.

Gracias Conde-Duque; se que te gustó mucho la de Gil Bera, pero esa sí que no me gustó a mí; me parecía escrita con mala leche, no con ánimo de indagar limpiamente.
En todo caso le echaré un vistazo a ver si es que el recuerdo me juega una mala pasada.

momo dijo...

mabalot , no serás critico? sólo es un pregunta