16/1/07

El día que Nietzsche patinó

Mi profesor de religión en el instituto era todo lo contrario que un bárbaro. Ser cura le obligaba a decir cosas como que a Nietzsche no había que hacerle mucho caso porque el pobre se había vuelto majareta. Lo decía esto con una sonrisa, como diciendo, bueno, a mi tampoco me hagáis mucho caso que yo también patino un poco, como cualquiera. Se murió, como casi todas las buenas personas; las malas se mueren menos, por eso el mundo es así, tan jodido a veces.
Hurto de un artículo de Barbara Jacobs sobre el libro La inmensa soledad de Pajak, una especie de biografía o ensayo sobre Niezsche y Pavese (sí, ambos), el momento famoso en el que aparentemente Nietzsche se vuelve loco:
“Había escrito su obra en Turín cuando, una noche, bajó de su buhardilla a pasear y, al ver cómo un cochero maltrataba a su propio caballo, Nietzsche se abalanzó al cuello del animal y lo besó llorando. Su casero lo rescató y lo condujo a su habitación, para que, en los días que siguieron, no se oyeran salir de ella sino gritos, acordes de piano enloquecidos, frases sin sentido en ningún idioma. El amigo que viajó a auxiliarlo declararía que habría sido mejor quitarle la vida que dejarlo encerrado en un asilo. ''Dame un poco de salud", pidió a uno de los médicos en el sanatorio.”
Como forma de volverse loco no está mal; otros con menos clase, o menos alma, o menos bigote, o menos algo, se echan con una escopeta a un supermercado y disparan a todo lo que se mueve. Los botes de tomate saltan por los aires y salpican la ropa de las embarazadas.
Nietzsche, en el sanatorio se dejó crecer el bigote más... (Conde-Duque nos explica...)

3 comentarios:

Alexandrós dijo...

Así caí yo mismo una vez
desde mi locura por la verdad,
desde mis anhelos por el día,
cansado del día, enfermo de luz,
--caí hacia abajo, hacia la noche, hacia la sombra,
por una verdad
quemado y sediento
Nietzsche

Un saludo

Mabalot dijo...

Gracias, Alexandrós, por el poema. Es un placer tenerle por aquí.
Un saludo.
Ah! Y no sabía que compartíamos ciudad... Con lo pequeño que es Santiago (Santiago, ¿no?) seguro que nos hemos cruzado más de una vez...

Alexandrós dijo...

No. Pontevedra
Es un placer que por mi trabajo sólo podré disfrutar intermitentemente.
Un saludo