27/11/06

Frenhofer c’est moi


Todo dios es Frenhofer. Cézanne, Rilke, Picasso y Schönberg se sintieron identificados por el protagonista del cuento/novela La obra maestra desconocida de Balzac. Cézanne es famoso por su frase; la que da título a esta entrada. Se dice; este cuento anticipó el arte abstracto del siglo XX. Más allá de eso, que veo anecdótico, casual, este cuento es una fábula moral acerca de la creación artística. Y más concretamente de la impotencia artística, de su justificación honda y falsa.

Frenhofer es un pintor viejo aislado del mundo y obsesionado con una única obra que nunca acaba.
"-¡Mostrar mi obra! -exclamo el anciano, emocionado- No, no, aún debo perfeccionarla."
Dos pintores más jovenes, Porbus y Poussin, embelesados por el misterio del viejo y su obra oculta insisten en verla. Finalmente, uno de ellos, creo que Poussin, y casi a cambio de su novia, consigue que Frenhofer le muestre la maravilla: pero tal maravilla es una mierda; un borrón gigante y no una mujer como pretende y ve Frenhofer. Lo único distinguible es un pie asomando en una esquina; debajo hay una mujer, sepultada por miles de pinceladas. El viejo al final muere, después de haber quemado su obra.

Moraleja; bueno, mucho se escribió de este cuento, sobre todo la crítica de arte: es posible que Cézanne y Picasso y compañía pudieran sentirse muy atraídos por el afán perfeccionista (falsamente perfeccionista, neurótico) del protagonista pero es evidente que ambos estaban muy lejos de seguir el patrón creador de un impotente. Precisamente estos dos, que pasaban de un cuadro a otro casi en el mismo día. Yo veo a Flaubert, JRJ, acercarse más a este síndrome, por llamarlo de alguna manera. Y Rulfo, sobre todo, que quemó casi todo lo que escribió menos las consabidas Pedro Páramo y El llano en llamas; toda una vida de escritor en menos doscientas páginas. Un caso claro de falta de talento. No así JRJ, que era un buey y escribió muchísimo. Porque por muy de moda que esté el malditismo y el mal llamado bartlebysmo (caso de escritor que se planta) eso no es otra cosa que alguien que no tiene nada qué decir y se calla, y eso no lo convierte en un genio.

Frenhofer es un fraude; primero y sobre todo con él mismo, y después con los demás. Pero sobre todo con uno mismo; un fraude patético, un delirio. Y esa es la moraleja, a mi entender, y creo que no hay mucho qué entender. El ejemplo paradigmático en literatura es Joyce. El caso más importante. Su última... cosa es la obra maestra desconocida, un galimatías descomunal que no creo que nadie sano haya leído, o nadie que lo haya leído siga sano.

2 comentarios:

lugrumante dijo...

Pena que te estés desviando del motivo inicial de este blog. Una adivinanza, chaval: ¿Qué libraco de memorias comienza tal que así?
"El primer recuerdo que guardo de mi infancia es una llamarada, una llamarada azul brotando de un fogón de gas que alguien había encendido. Pude haberlo hecho yo jugando con el fogón. No recuerdo quién fue. En cualquier caso, recuerdo que me sobresaltó la exhalación de fuego azul que brotaba del quemador, lo súbito, lo repentino del fenómeno. Esto es lo más lejano que puedo recordar; más atrás sólo hay niebla, ya sabes, sólo misterio. Pero en mi mente la llamarada de aquel fogón está tan clara como la música. Yo tenía tres años"
(Te escribo desde la misma biblioteca en la que al fin lo he encontrado)

Mabalot dijo...

¿Manolo Escobar?
Tiene buena pinta, pero no tengo ganas de pensar; me acaban de echar gasóleo en el depósito de la calefacción y se me ha subido a la cabeza, mejor que un tequila.
Y no me estoy apartando del tema; pero no todos los días tengo ganas de copiar un texto. En todo caso tengo muchos pendientes. Por cierto, tú si que no te desvías del tema; sigues en el mismo que hace una semana, je je je... a ver cuando echas carnaza a las fieras...