No es que haya tanto que revolver en las estanterías, no, que saqueé mucho la biblioteca universitaria. El niño pobre nunca se acaba de creer que algo gratis sea gratis, como tampoco se acabaría de creer que del grifo salga cocacola. Lo que pasa es que no hay un orden; por ahora esto es provisional, todo es provisional. Mi vida es provisional, ¿para qué ordenarla?
K, mi mujer, entierra sus libros en armarios, en cajones. Abro una alacena, cojo una botella, y me caen unos tomos encima. No hay forma de encontrar el libro que se busca; siempre aparece el que no se busca. Rápidamente se me enfrían los pies (tengo que actualizar rápido).
El libro que encontré hoy creo que me gustaba antes. ¡Tiene manchones amarillos en la cubierta por dentro! Dios, qué jodienda, qué tristeza. Tengo ganas de fumar, tengo ganas de salir corriendo y no volver nunca más, escapar de mi cuerpo. Un manchón amarillo en un libro que uno mismo ha comprado es una putada tristísima; una mancha de café es alegre, y más una de colacao, o una flor entre sus páginas. Bueno, una flor seca entre las páginas no sé muy bien lo que es; triste o no, no me acuerdo. No guardo vegetales en los libros. Humedad. DIEZ AÑOS, de humedad. Déjate leer, espera y púdrete; eso es lo que hizo este libro en diez años.
Así empieza:
En otros tiempos yo era joven y me orientaba tanto más fácilmente y podía hablar con nerviosa inteligencia sobre cualquier cosa, con claridad y sin preámbulos tan literarios como éste; en otras palabras, ésta es la historia de un hombre que no se tiene mucha fe, y al mismo tiempo la historia de un inútil egomaníaco y bufón de nacimiento... Empezar por el principio y dejar que la verdad vaya surgiendo, eso es lo que voy a hacer. Todo empezó una cálida noche de verano, ¡ay!, ella estaba sentada sobre un guardabarros con Julien Alexander que es... Será mejor que empiece con la historia de los jóvenes subterráneos de SanFrancisco.Leí dos libros, que yo recuerde, de este pájaro; uno (En el camino) no me gustó, o no me gustó gran cosa, si la memoria de mi gusto no miente; y el otro este libro, algo más. Esta edición, de Anagrama, trae un prólogo de Henry Miller bastante entusiasta y en mi opinión exagerado, aunque ahora sea fácil decirlo cuando ya lleva años criando malvas.
Los subterráneos, Jack Kerouac (1958).
Es posible que nuestra prosa no se recobre jamás de lo que le ha hecho Jack Kerouac. Amante apasionado del lenguaje, sabe cómo utilizarlo. Siendo un virtuoso nato, disfruta desafiando las leyes y los convencionalismos de la expresión literaria que estorban la auténtica comunicación sin trabas entre el lector y el escritor. Tal como él mismo ha dicho en su artículo Los principios fundamentales de la prosa espontánea, "procura primero satisfacerte a ti mismo, que luego el lector no podrá dejar de recibir la comunicación telepática y la excitación mental, pues en su cerebro actúan las mismas leyes que en el tuyo". Y es tan íntegro que, a veces, parece estar actuando en contra de sus propios principios. Sus conocimientos, en modo alguno superficiales, aparecen en sus escritos como si tal cosa. ¿Importa? Nada importa. Desde un punto de vista auténticamente creativo, todo da lo mismo, todo importa y nada importa.
(Prólogo, Henry Miller).
Lean aquí sus mandamientos. Ya dudo de todo, pero me parece que este tipo era mejor escritor de lo que da a entender su credo de prosa moderna.
Esta novela es una historia de amor, de fondo un cuadro generacional etcétera bla bla bla. La chica es negra, y al final le da calabazas; una especie de Maga cortazariana más salvaje e inteligente. Acaba de maravilla el libro. Es lo que más me gustó (al que le moleste que le adelante el final del libro y cree que se lo estropeo entonces mejor que ni lo cheire, no está hecho para él).
"Y yo me vuelvo a casa, habiendo perdido su amor.
Y escribo este libro."
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