10/10/12

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De aquel maestro calvo y arrugado como un réptil que tuvimos a los seis años aprendimos a no hablar a coro, lo cual le parecía el colmo de la estupidez. Fue una sorpresa; a fin de cuentas a los niños se les enseña ya en la guardería a formar una sola voz cantarina, que es la de todos y que habla por todos. Es posible que haya rezado a coro alguna vez o cantado la tabla de multiplicar. La infancia también es un infierno. No sé si por ese maestro o por el emperramiento de algún cromosoma siempre me ha parecido bochornosa ese hábito de unir mi voz a la de la masa. Toda manifestación que no tome el Palacio de Invierno siempre es un poco ridícula. Esos coros reivindicativos, esas rimas, el ritmo, todo da repelús. Pero es lo que hay, o se hace el ridículo o se masca la rabia en solitario. La voz de la masa no conoce matices ni peros.

Y. El coro del Nou Camp. No vamos a pedirle al público de un estadio que mantenga un diálogo razonable y socrático sobre alta política. Es muy posible que no haya ni un sólo estadio, por muy pequeño que sea, en el que no se coree la independencia de algo o la quema del parlamento o la resurrección por ley de Hitler. Hace años que no voy a un partido pero las veces que he ido no he escuchado más que insultos y proclamas incendiarias. Al fútbol se va mucho a comportarse como un energúmeno, siendo uno de los poco lugares dónde es casi obligatorio ponerse histérico. Ya en una cafetería viendo un partido como el del domingo incluso es sospechoso el que no grita ni agita un poco los brazos.

Parece evidente que ni había noventa mil independentistas en el estadio ni todos los que gritaron la palabra maldita están a favor de la independencia. Si para desmoralizar al Real hay que gritar eso se grita. Como decía Gila, el insulto no mata pero desmoraliza, y es evidente que en Madrid se ha tomado ese grito como un insulto. Al menos Rajoy ha hablado de "disparate de colosales proporciones", que como calificativo en ristra me suena a rascacielos o peli pornografica.


Aquí Pepe, que cuando no mata desmoraliza.

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