5/2/08

Los cigarrones de Verín

Los cigarrones, al parecer, eran los ojeadores de grandes cacerías fundados por el Conde de Monterrei en el S. XVI. Ahora van por las calles asustando al personal que, quizá por instinto animal, los mira con cierto recelo, aunque sepan que debajo se esconden sus familiares, amigos y vecinos. O precisamente por eso.


Detrás llevan las chocas (o cencerros, en castellano) que anuncian en las calles la cercanía de un cigarrón e impresiona más que el látigo de cuero con el que amenazan y a veces utilizan sobre las carnes bien abrigadas de los paseantes y curiosos.


Aunque a primera vista todas las caretas parecen iguales no lo son. Los dientes más separados, la nariz más prominente, las cejas más o menos ladeadas... como la vida misma.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Temblaría hasta desvanecerme con tan sólo escuchar el tintineo de los cencerros y pensar que estan buscándome para fustigarme.

Mabalot dijo...

Tampoco es que sean unos sádicos, aunque la careta les de un aspecto un tanto sospechoso. Lo bueno es escuchar de repente un ruido, igualito que si se acercara un toro con cencerro y vemos a uno de estos, un cigarrón, quizá solo, mirando a todo el personal por la calle, y cavilando por un momento a quién atacar.
La sangre no llega al río, vamos.
O eso creo, yo solo pasaba por allí.

(Las fotos las sacó un servidor)
Saludos, Garvin.