2/3/07

La literatura


Leyendo el libro La guerra contra el cliché (creo que era este) le cogí manía a Amis. No recuerdo qué dice exactamente sobre El Quijote, pero indefectiblemente uní en mi seno neuronal las palabras jilipollas (con j, siempre más cabreada que la g) con el nombre Martin Amis.

Eso no quita que un curioso enfermizo como yo no estuviese dándole vueltas a otros libros de este individuo y muy tentado de leerlos. Las torres de Pissa que tiemblan en mi mesilla le resta empuje a los escozores de esta ultrafuerza cotilloliteraria.

Hace unas semanas guardé en los cajones de este blog una cita del susodicho que cogí de El Hombre Que Comía Diccionarios.

Aquí la dejo. Para algunos la literatura es este Gran Parque que describe Amis.

"La literatura es un gran parque, abierto las veinticuatro horas para que la gente pueda ir a pasear por él cuando le plazca. ¿Quién lo cuida? Los viejos guías turísticos, los silvicultores, los empleados de la administración y los irascibles guardas con sus uniformes oscuros y manchados de sudor ya han desaparecido. Si ves por allí a algún responsable, a algún profesional, casi seguro que se trata de un hombre de gesto adusto y vestido con una bata blanca de laboratorio, que tiene el propósito de talar un bosque o desmochar alguna cumbre. Los visitantes van de un lado para otro soltando exclamaciones de admiración, gritos y risas, y expresan infinidad de opiniones ante lo que ven. Dan de comer a los animales,pisan el césped y los parterres. Pero el parque permanece incólume. Se trata, por descontado, del Paraíso Terrenal; se libró del pecado original, y no necesita cuidados." El Paraíso Terrenal; para mí lo es, también, y lo era, aunque no sé si lo será más adelante. Nunca se sabe; quizá me cae un tarro de un balcón y me aficiono a los sellos. Pero hay cosas que no tienen cura, y la de los libros parece una manía de las más viciosas. Cuántas más hostias recibe uno, cuánto más sucio es el oxígeno que se lleva a la napia y más responsabilidades le púan a uno el cuerpo, más parece enterrarse codo a codo en ese otro lugar habitado por desertores y taraditos (jorobados de Notre-Dame con gafas), que huyen por pies de todos los aburrimientos, de todos los jefes, de todas las mamonerías, y cada cual se hace su paraíso a medida, como un traje de antes.

2 comentarios:

Portarosa dijo...

Tú lo has dicho, lo mejor es que ese paraiso, aun encima, es a medida. Es difícil dar más.

Un abrazo.

Mabalot dijo...

Hombre, es difícil, y en cambio lo que quisiéramos sería que nuestra vida fuese así, a medida, a nuestro gusto.

No siempre es así; casi diría que pocas veces es así.

Qué se le va a hacer; decía Renard, "nuestra vida parece un ensayo".

Unha aperta.