4/11/08

Leña

Le estoy robando minutos a mi hija. Mientras me escapo a la habitación (¡el email!) ella ve El jorobado de Notre-Dame, de Disney. ¿Qué tal? Bien, dice. Mi vecino corta leña. Tienen una cocina de leña. Dan un calor de la leche. Antes, en este país, en los pueblos, se sentaban delante de la cocina de hierro y echaban tronquitos de madera. Se quedaban horas ante la puñetera cocina, esperando que les diera el sueño. Qué vida más triste. ¿Cómo podían vivir sin la luz de las pantallas? Da igual televisión, ordenador; el caso es mantener una pantalla encendida, dando ese otro calor. La verdad es que no sé que es más triste. A veces se pone uno muy rural, como si en vez de hombre lobo en determinadas noches, o días, se volviera uno pueblerino; jersey de lana, botas, ganas de pasear por el monte en invierno. El vaho de la respiración, las gotas de agua cayendo de las ramas (y colgadas como estalactitas), los perros ladrando a lo lejos, la posibilidad de mear en un charco, que después saltamos satisfechos. Los fines de semana iba a casa de mis abuelos; ese es el pueblo, el único pueblo que pisé. Había un monte y un matadero de pollos que olía a goma quemada. Por aquella zona nadie comía pollos.

El vecino sigue cortando leña en la huerta de atrás; antes con una sierra mecánica (pensé que era un cortacésped), ahora con la machada. Son golpes secos, que suenan cansados, de persona poco ágil. Por una parte me gustaría estar abajo cortando leña. Le diría; aparte vecino, déjeme a mí. Cortaría leña muy ensimismado. Qué cinematográfico. Cortando leña decidiría muchas cosas; se me ocurrirían otras. Al menos dormiría mejor, eso casi seguro. Algunos días vamos a la cama con la silla pegada al culo. En un relato de Carver recuerdo a un tipo cortando leña; sólo eso. Llega a un lugar, alquila una habitación, corta leña y después se va.

PD: Acabo de buscar el relato ese de Carver. Se titula precisanente Leña, y está incluido en el libro Si me necesitas, llámame. Es más que esa frase que intentaba resumirlo. O quizá no. La historia subterránea siempre es una historia de amor o de muerte, o ambas. Amor, muerte, no hay uno sin el otro. Myers, el protagonista, escribe en un cuaderno, al final, después de cortar la leña: "Estoy en un país de lo más exótico. Me recuerda a un sitio del que en alguna parte he leído pero al que nunca había ido hasta ahora. Por la ventana abierta oigo un río y en el valle que se extiende detrás de la casa hay un bosque, precipicios y cumbres nevadas. Hoy he visto un águila y un ciervo, y he serrado y partido un camión de leña."

7 comentarios:

Anónimo dijo...

*****
Cinco estrellas a la anotación (es que estoy muy metido en el tema electoral)

DIARIOS DE RAYUELA dijo...

Siguiendo la línea de Juanjo, en mi estado también ha arrasado.
Qué buena entrada.
Un abrazo.

Sebastián Puig dijo...

You can, Mr. Mabalot!

Mabalot dijo...

jajaja... Cómo estáis, ehhh!

Hope for our country... world, universe, and blog...

En fin, que todo sea para bien. Después de Bush no va a ser difícil. Aunque tiene todas las papeletas, el new presindent, ara que le metan unos tiros en el pecho. Por tradición, al menos.

Miguel Baquero dijo...

Sobre esto que dices de qué vida más triste sentarse delante del fuego y contemplar cómo se quema un tronco, lo mismo pensaba yo, hasta que descubrí que es mucho más triste estar envuelto en una manta viendo los anuncios de la tele sin saber muy bien qué estas haciendo. Quizás es verdad que es atávico en el ser humano descansar fijando la mirada en una lucecita, aunque sea catódica. Qué magnífico cuento el de la leña, me acuerdo muy bien de él.

Mabalot dijo...

Buenas, Miguel. Claro que añoro a veces vivir aislado en una montaña; árboles, cielo y alguna vaca. Claro que ordeñarla, no sé yo...

Portarosa dijo...

¡Qué maravilla de entrada, Maba!

De verdad, de principio a fin me ha encantado. Tenías el día.

Un abrazo.