21/3/08

Los peores ruidos

ES de noche. Yo conduzco. Es una carretera general. En la radio suena un concierto de algo muy contemporáneo; campanas que avisan a muerto, coros desgarrados que parecen pedir auxilio desde un agujero muy hondo, cuerdas alborotando el conjunto y creando una atmósfera de ataque epiléptico. Yo quiero poner otra cosa pero no se coge casi nada y además es muy gracioso. A mí lado mi mujer se ríe y diserta sobre lo pedantesca y absurda que es la cosa. Añadiría rancia, vieja. Es música a la que se le pasa el arroz en dos semanas. Lo peor es el tono siempre apocalíptico que suele tener todo esto, muy melodramático y serio. Escuchando algunos rollos contemporáneos parece que anuncian algo peor que el fin del mundo. ¿Qué es? ¿Qué se acaba el petróleo? En estas estamos, cachondeándonos de las voces infernales, cuando en una curva aparece un perro que cruza la carretera. Camina todo tranquilo dando pequeños saltitos, no es grande ni tampoco un cachorro, y lleva las orejas levantadas. Apenas me da tiempo a frenar pero reduzco (tampoco voy rápido), y veo como cruza a paso ligero al otro carril. Todo está oscuro, pero justo cuando estamos a su altura, vemos como el coche que viene por el carril contrario a toda hostia le pasa por encima con un golpe seco que suena a plástico duro.

En el último momento tiene la cabeza levantada mirando lo que se le viene encima, muy iluminado por las luces. El sonido es mucho más desagradable (doloroso) que todas las músicas contemporáneas del infierno. Se nos ha cortado de cuajo el buen humor y la charla.

En el concierto de la radio ahora están más excitados que nunca; a las campanas, las cuerdas epilépticas y el coro de zombis implorando sesos, se une un piano atormentado, como si tocasen a puñetazos. Y por un momento, sólo por un momento, hasta me ha parecido que lleva razón, que no hay otra forma de tocar un piano que a puñetazos.

2 comentarios:

conde-duque dijo...

Descanse en Paz, don Chucho.

Mabalot dijo...

AMÉN.