8/2/08

Malas noticias y perros otra vez

TIENE UNA ENFERMEDAD degenerativa (observo cada pocas semanas el avance del deterioro físico, apenas puede caminar sin ayuda de muletas, casi ni mantenerse de pie) y es un fanático de la Segunda Guerra Mundial, me cuenta su mujer. No la Guerra civil, ni la Primera Gran Guerra; a él le fascina la Segunda.

Cuando lo veo le pregunto qué tal está. Me contesta siempre que bien. Y después, como si la respuesta le hubiese quedado demasiado optimista, se corrige un poco; Bueno, vamos tirando, ya ve, y se señala. Un día hablamos de Baroja. Él le llamaba don Pío (don Pío esto, don Pío lo otro) y le perdonaba todos los pecados. Parecía estar hablando de un santo.

Se pasa el día leyendo, y esperando.


EXAGERABA AYER el tema del miedo a los perros, de forma un tanto “bestia”, dejándome llevar por el piloto automático de las frases. Miedo sí, algo, pero no estoy para encerrar, creo, al menos por ahora que aún tengo la ilusión de vivir libre como un gorrión. Es cierto que no quisiera tener perro en mi casa, y que no disfruto dejándome babar por esas lenguas tan simpáticas y fieles, y que apenas encuentro gusto en ver cómo corren a por un palo que uno ha tirado antes. Mi hermano es todo lo contrario en esto a uno; adora los perros, sobre todo al suyo, que es un bendito. El pobre animal (un labrador negro) siempre fue muy enfermizo, y cuando no es una alergia que le hace rascarse y sufrir los picores, es una indigestión o un virus que ha pillado y que lo tiene cabizbajo y dolorido y ausente.

En realidad siempre me han dado mucha pena, los perros, por eso no los soporto. Miro a uno de ellos a los ojos y veo a un ser desgraciado, un mueble con pelo y mirada triste.



ME LLAMAN por teléfono. Acaban de operar a B. Es muy joven; le detectaron unos “bultitos” en un ovario y ahora el cirujano encontró un panorama bastante más jodido de lo esperado. Ya no podrá ser madre. Me dicen; vamos a llevarle flores y le compramos también un libro. Un libro. Todos los que se me ocurren me parecen demasiado tristes. No parece haber libro que valga. Y me acuerdo de aquella frase de Baroja sobre los libros: “Socialmente, el hombre que es capaz de entretener y divertir con sus libros es un ser que produce un enorme beneficio al viejo, al enfermo, al que no puede salir de casa y se consuela leyendo.”

2 comentarios:

conde-duque dijo...

"un mueble con pelo y mirada triste". Qué bueno...
Me gusta este formato de diario, de "salón de pasos perdidos". Impresiones, gentes, cosas...

Mabalot dijo...

Género holgado, donde quepa de todo.
Gracias, Conde.